Espacio creativo, Oficina Cueva en Santa Fe

La zona privada consta de dos cubículos que evocan la sensación de cuevas, junto con un área circular que sirve como sala de reuniones.

La forma en que vivimos hoy en día, con sus ritmos y demandas, nos ha llevado a reconsiderar lo que realmente importa al crear entornos donde los arquitectos puedan encontrar verdadero disfrute y conexión. La prioridad de ellos ha sido diseñar espacios acogedores y adaptados al ser humano. Lugares continuos donde tanto el espacio como las emociones fluyan libremente, promoviendo la libertad, espontaneidad y creatividad. Como han mencionado, ambientes que sigan el ritmo natural de los movimientos humanos, con un mobiliario integrado que facilite la circulación.

Surge la idea de romper con las convenciones arquitectónicas tradicionales: «La premisa fundamental era crear espacios que se adaptaran al cuerpo humano, inspirados en la seguridad del claustro materno, los refugios naturales de los animales, las cuevas de los antiguos trogloditas y los iglús… no se trata de un retorno, sino de una reflexión cuidadosa». (Javier Senosiain, Bioarquitectura).

Se diseñaron dos áreas separadas por un túnel sinuoso que conecta ambas: una privada y un taller, cada una con su propia atmósfera distintiva.

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El taller es un espacio generoso, equipado con dos grandes mesas de trabajo que fomentan la colaboración, tanto en proyectos individuales como colectivos: una está destinada al diseño en computadora y la otra al modelado de maquetas. Esto permite que el equipo creativo interactúe de manera fluida y productiva.

Este amplio espacio se conecta con una terraza multifuncional y agradable, donde los colaboradores pueden disfrutar de comidas, descansar o trabajar. Es reconfortante tener un lugar en áreas urbanas que permita el contacto con la naturaleza, con vistas a un parque y a la ciudad en el horizonte.

La zona privada consta de dos cubículos que evocan la sensación de cuevas, junto con un área circular que sirve como sala de reuniones tanto para encuentros privados como para presentaciones con clientes o para el equipo de trabajo.

El espacio original consistía en un prisma rectangular rodeado por un muro angular y ventanales también en ángulo recto.

Para crear los nuevos espacios, se construyeron estructuras de madera de pino en dirección transversal, revestidas con delgadas tiras en la dirección opuesta y finalizadas con chapa de raíz de maple en paredes, techos y suelos. La superficie de trabajo de los muebles se cubrió con piel, proporcionando una superficie cómoda y suave para trabajar.

Vivir en este estudio es como trabajar en una cueva acogedora y bien iluminada, donde los estímulos sensoriales varían de un lugar a otro, creando una experiencia agradable gracias a los cambios de luz a lo largo del día.

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Fuente: archdaily.mx

 

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