Casa Tïlau / RBK arquitectura

Maschwitz, provincia de Buenos Aires

Silencio de hormigón: Una casa en Maschwitz donde el tiempo se queda a vivir

En Ingeniero Maschwitz, provincia de Buenos Aires, surge una casa de hormigón que nace sin pedir permiso. La luz entra con discreción, los silencios se hacen dueños del espacio. Aquí el tiempo no pasa: se instala, observa y convive. Un proyecto arquitectónico que reinventa el mero acto de estar.

Arquitectura esencial: materia y naturaleza en diálogo

El proyecto nace desde la simplicidad: líneas puras, materiales expuestos y vegetación como elementos fundamentales. El hormigón -con sus encofrados lisos y texturas sutiles, características de nuestro estudio- trasciende su función estructural para convertirse en acabado único, unificando fachadas, cielorrasos y mobiliarios fijos. Esta reducción material potencia la expresión arquitectónica, creando un todo coherente donde cada elemento encuentra su lugar.

El material se revela en su estado más puro: cicatrices, texturas y peso convertidos en virtud. No esconde su naturaleza; la exhibe con orgullo, moldeando con rudeza poética los umbrales, el mobiliario y esos límites difusos entre interior y exterior. Cada marca del encofrado cuenta la historia de una arquitectura que no necesita adornos para conmover.

Doble altura, doble mirada: Espacios sociales que conversan con la naturaleza a través del vidrio

La casa se desdobla en dos bloques que se separan para crear un corazón verde: un patio articulador que recibe y guía. Aquí, el acceso principal se funde con una circulación vidriada que revela el terreno completo en un solo vistazo.

A un lado, el volumen social —doble altura que abraza cocina, comedor y estar—. Al otro, el guiño conceptual: el garaje elevado a categoría de diseño, integrado visualmente al paisaje. El automóvil, ahora pieza escénica, dialoga con el espejo de agua y la vegetación sin invadir la intimidad.

Naturaleza dinámica: el paisaje como arquitectura

La vegetación no decora —actúa. Sieves la luz, modula los espacios y esculpe atmósferas cambiantes. A través de ventanales corredizos que desaparecen, la casa respira con ventilación cruzada mientras borra los límites entre lo construido y lo natural. Patios, galerías y terrazas devienen extensiones del interior en un flujo continuo donde vivir se vuelve diálogo con las estaciones.

Una casa que se entrelaza con el paisaje sin imponerse

La casa teje su presencia con el terreno sin dominarlo —lo recorre con gestos precisos, consolida bordes y establece un diálogo respetuoso con colindantes y naturaleza. Cada decisión, desde lo constructivo hasta lo espacial, persigue un equilibrio inquieto: muros que protegen sin aislar, umbrales que filtran sin excluir.

Fuente: www.archdaily.mx

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