HABITAR EL HUITEPEC: NATURALEZA Y ARQUITECTURA

Huitepec, donde se ubica casa La Sierra

A las afueras de San Cristóbal de las Casas, en el bosque de niebla del Huitepec, Casa La Sierra se manifiesta como parte del paisaje, más que como una imposición sobre él. Su presencia implica una convergencia con la esencia del sitio; se vuelve símbolo y lenguaje de resguardo, un gesto de protección hacia la identidad del entorno. No es un objeto ajeno, sino un fragmento de la montaña —una escultura habitada que respira al ritmo del bosque.

La topografía como guía de diseño

Su forma no busca imponerse, sino convivir. La edificación sigue la pendiente natural como quien traza un diálogo con la tierra, cimentando sólo lo necesario y permitiendo que la montaña conserve su pulso.

El umbral como experiencia de transición

Un puente suspendido marca la transición entre lo cotidiano y lo interior: un umbral de silencio, una pausa antes del refugio. En la base del proyecto, los servicios se ubican en el subsuelo; arriba, los medios niveles acompañan el ascenso natural del relieve y ofrecen perspectivas diversas del bosque —el follaje, las ramas, las copas abiertas al cielo.

Materialidad que respira y arraiga

La piel de la casa, elaborada con tierra del lugar y barro recocido moldeado por manos locales, respira con la humedad del ambiente y guarda la calidez del fuego interior. Casa La Sierra es contemplación construida: una pausa de ladrillo y tierra donde la geometría y la montaña se reconocen mutuamente, y habitar es también escuchar, mirar y permanecer.

Arquitectura que invita a la presencia

Aquí, la arquitectura no se reduce a la forma, sino que propone una experiencia: moverse por la pendiente, observar desde distintas alturas, dejar que el material hable del lugar y permitir que el bosque se convierta en parte del hábitat. Tal como lo plantea Valdezarqs, habitar esta casa es “también escuchar, observar y sentirse”.

Fuente: www.archdaily.mx

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