Esta vivienda en el bosque se encuentra en un terreno de 12 hectáreas, ubicado en las Sierras Chicas. Su ubicación fue cuidadosamente seleccionada para que la casa quede rodeada y resguardada por la naturaleza, integrada entre los árboles que la envuelven.

Bosque, oficio y autosuficiencia: los tres cimientos de una casa con alma
El diseño de la casa se definió bajo tres premisas clave: proteger al máximo el bosque nativo, adaptarse a la falta de conexión a una red de agua y aprovechar la experiencia como herrero artesanal de uno de los propietarios, quien participaría activamente en la construcción de su vivienda.


Convivencia y retiro: dos volúmenes que definen el ritmo de habitar el bosque
La casa se organiza en dos volúmenes discretos entre los árboles: el primero concentra el área social —cocina, comedor y estar— junto a un espacio para guardar motobicicletas; el segundo aloja la suite principal, baño, lavadero y un dormitorio para invitados, creando una íntima conexión con el bosque.

Arquitectura que no esconde su función
La articulación entre ambos volúmenes se resuelve mediante un núcleo de circulación que centraliza el acceso. El recorrido de ingreso—una pasarela elevada—enfatiza la relación con el bosque, mientras que el atrio integra un sistema de drenaje expuesto: canaletas perimetrales recogen el agua pluvial y la derivan a un bajante de chapa, cuyo flujo audible refuerza el vínculo con los elementos naturales.

Del umbral ciego al estallido del paisaje
La puerta de acceso es un frente totalmente ciego, que pretende enfatizar la sorpresa al abrirla. Cuando esto sucede, desaparece la arquitectura y aparece el paisaje. El techo horizontal de baja escala, la presencia de madera en sus laterales y un mínimo mobiliario conforman este espacio, que es la transición entre el exterior y el interior, a la vez que articula los dos volúmenes rotados.

Arquitectura en modo espejo: devolviendo al bosque su propio reflejo
El interior de la casa no termina en sus muros: se expande hacia el bosque a través de las amplias superficies vidriadas del norte y noreste. Allí, los árboles se convierten en parte del mobiliario—sus sombras dibujan patrones efímeros sobre los pisos, sus verdes profundos tiñen la luz, y el susurro de las hojas atraviesa los vidrios. La arquitectura no enmarca el paisaje; lo invita a habitar cada rincón.


Soportes que se funden con la sombra del bosque
El umbral de salida se comporta como espacio de transición: soporte de esculturas, asiento y expansión de la casa.
La estructura envuelve y suspende la casa del suelo. Cuatro pórticos de acero conforman cada volumen y trasladan sus esfuerzos al piso mediante columnas de hormigón que desaparecen entre la sombra y los arbustos.
Los pórticos toman el color de los árboles y marcan un ritmo. Hacia el lado sur, sirven de soporte para las canaletas y desagües.


Donde cada junta niega la intemperie
Las adversidades climáticas y la falta de infraestructura impulsaron soluciones de alta eficiencia energética: la envolvente se optimizó con paneles de poliuretano en techos y muros, aberturas de PVC con doble vidriado hermético (DVH) y ruptura de puente térmico, garantizando una barrera continua contra pérdidas térmicas.
En cuanto a la calefacción, se optó por un sistema de bomba de calor que abastece fan coils y el piso radiante.


De la lluvia al jardín: la ruta consciente de cada litro
El agua de lluvia es recogida, almacenada y utilizada. Los desagües sanitarios de la casa son tratados mediante sistemas de fito depuración para las aguas negras y tratamiento por sedimentación para las aguas grises, que se reutilizan para riego.
Fuente: www.archdaily.mx