Concebida como un espacio donde la vida cotidiana se entrelaza con el entorno natural, la Casa MD surge de la búsqueda por habitar el paisaje y no dominarlo. El proyecto se emplaza en Pachacámac – Lurín, a las afueras de Lima, en una pendiente de diez metros frente al río, lo que permite aprovechar vistas abiertas, brisas frescas y una atmósfera de serenidad que define la esencia de la vivienda.
Desde el inicio, los arquitectos plantearon una premisa clara: crear una vivienda contemporánea que priorice la sostenibilidad, la eficiencia energética y la conexión emocional con el entorno. La naturaleza no es un telón de fondo, sino un elemento activo que determina la forma, la orientación y los materiales del proyecto.
Diseño bioclimático para un confort natural
La Casa MD está cuidadosamente orientada en sentido este-oeste, lo que permite aprovechar la luz solar durante el día y reducir la ganancia térmica en las horas más intensas. Los muros de masa térmica actúan como reguladores del calor, mientras que la vegetación densa en las fachadas contribuye al aislamiento y genera una agradable sensación de frescura.
El diseño favorece la ventilación cruzada, con aberturas estratégicas que canalizan los vientos del suroeste. Los patios interiores y los corredores abiertos no solo permiten el paso del aire, sino que también conectan visual y físicamente los espacios interiores con el exterior, promoviendo una vida doméstica fluida y en constante diálogo con el clima y el paisaje.
Materiales nobles que envejecen con dignidad
Uno de los rasgos más distintivos del proyecto es su paleta material, seleccionada bajo el principio de la autenticidad. El uso de concreto expuesto, piedra natural, herrería artesanal y madera en pisos y celosías genera una estética sobria y atemporal. Estos materiales fueron elegidos no solo por su durabilidad, sino por su capacidad para transformarse con el paso del tiempo, adquiriendo pátinas que reflejan la vida y las condiciones del entorno.
Cada elemento constructivo cumple una doble función: técnica y sensorial. Las superficies rugosas del concreto contrastan con la calidez de la madera, mientras la piedra ancla la casa al terreno, reforzando la sensación de permanencia.
El espacio social como corazón de la vivienda
El programa arquitectónico se organiza en torno al área social, concebida como el corazón del proyecto. Este espacio, abierto y rodeado de vegetación, concentra la vida familiar y se vincula directamente con terrazas, patios y zonas exteriores. La luz natural inunda el interior, y los límites entre dentro y fuera se desdibujan, generando una transición armónica entre arquitectura y paisaje.
El resultado es un ambiente que promueve la convivencia, la calma y el disfrute de la naturaleza en su estado más puro.
Una arquitectura que respira y perdura
Más que una casa, Casa MD representa una manera de habitar consciente, en la que la arquitectura se adapta al clima, a la geografía y al paso del tiempo. Su diseño bioclimático, su respeto por el terreno y su honestidad material la convierten en un ejemplo de arquitectura sostenible y emocionalmente conectada con su entorno.
Esta vivienda demuestra que el verdadero lujo reside en la simplicidad bien pensada, en los espacios que se abren al paisaje y en la sensación de vivir en equilibrio con la tierra.
Fuente: arqa.com


