UN REFUGIO BAJO TIERRA CON HISTORIA

Refugio bajo tierra fue diseñado hace medio siglo

Ubicada bajo una vivienda diseñada hace medio siglo por los arquitectos Manuel Rocha Díaz y Ernesto Paulsen, la Cueva Fotocatalítica se emplaza en la ladera poniente de la Ciudad de México. Allí, donde antiguamente se excavaban cuevas para extraer arena para la construcción, hoy surge un espacio de 70 m² adaptado para convertirse en un entorno lúdico y multisensorial.

De cavidad natural a espacio habitable

El proyecto transforma una cavidad geológica en un lugar habitable único, sin renunciar al carácter primitivo y enigmático de su origen. Concebida tanto para momentos de intimidad como para celebraciones con decenas de personas, la intervención se equilibra entre el entorno natural y la tecnología constructiva.

Ingeniería al servicio del ambiente subterráneo

Las primeras acciones consistieron en asegurar la estructura: se incorporaron marcos metálicos inspirados en la industria minera, y se tallaron los techos para generar cúpulas que distribuyen las cargas y canalizan el escurrimiento natural. Además, se implementaron soluciones pasivas y activas para controlar la humedad —como ventilación cruzada, materiales resistentes, inyectores de aire, deshumidificadores y calefactores—, atendiendo a la porosidad del suelo de tepetate que favorecía la proliferación de bacterias y hongos.

Tecnología que purifica y ambienta

Uno de los elementos centrales del diseño es el uso del material sólido termoformable y fotocatalítico Krion K Life: al entrar en contacto con la luz —natural o artificial—, purifica el aire. Dos grandes piezas retroiluminadas de Krion —una en el vestíbulo de acceso y otra en el comedor— definen la atmósfera del espacio y funcionan tanto como fuentes de luz como esculturas simbólicas de transformación.

Diseño interior: entre lo artesano y lo contemporáneo

El interiorismo combina materiales reciclados y artesanales —madera sólida, concreto pigmentado, cobre, espejos, textiles— con sistemas contemporáneos de confort tecnológico. El mobiliario, hecho a medida, responde a la geometría irregular del espacio y a su vocación como entorno mutable y experimental.

Un diálogo entre pasado, presente y naturaleza

Este proyecto establece un diálogo respetuoso con la casa original de Rocha y Paulsen, y con la historia ancestral de la cueva como refugio humano. Su belleza radica precisamente en esa convivencia entre lo natural y lo técnico, entre lo tectónico y lo tecnológico. Es un lugar que invita a reimaginar la forma de habitar, reconectando con la intuición, el silencio y los sentidos más primitivos del ser humano.

Fuente: arqa.com

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